Tarjeta roja al PRI: Internacional Socialista lo expulsa por violencia y corrupción

Se acabó la fiesta tricolor: la Internacional Socialista expulsó al PRI por la violencia en el Senado y su giro a la ultraderecha.

Por Bruno Cortés

LA VALETA, Malta.— Ya no hay vuelta atrás para el tricolor. Este 3 de diciembre marcó el fin de una era en la diplomacia partidista mexicana: la Internacional Socialista (IS), el club más antiguo y pesado de la izquierda global, le cerró el changarro al Partido Revolucionario Institucional (PRI). Bajo la batuta del español Pedro Sánchez, la organización decidió en su Consejo en Malta que el partido mexicano, por sus propias «acciones y correspondencia», se puso de patitas en la calle, consumando una ruptura que huele a decadencia institucional.

La decisión no fue un calambre diplomático, sino una medida de profilaxis política. La gota que derramó el vaso fueron las «actitudes porristas» exhibidas sin pudor por la dirigencia nacional. Los jerarcas de la IS no pasaron por alto el espectáculo bochornoso de agosto pasado en el Senado de la República, donde Alejandro «Alito» Moreno protagonizó escenas de violencia física, amenazas e intimidación contra la Mesa Directiva. En Europa, donde las formas cuentan tanto como el fondo, ver a un líder partidista actuando como jefe de una porra brava fue el clavo final en su ataúd internacional.

El viraje ideológico también pesó en la balanza. La IS, que busca blindarse ante el avance de la ultraderecha en el viejo continente, encontró insostenible mantener en sus filas a un partido que en México ha mimetizado las prácticas y discursos de los sectores más conservadores. Pedro Sánchez fue contundente al establecer una «línea roja»: no se puede defender la democracia y al mismo tiempo ponerla en venta para aferrarse al hueso mediante maniobras estatutarias cuestionables.

Aunque la dirigencia priista intentó madrugar con una carta de «renuncia» preventiva, alegando que la organización se había vuelto autoritaria y cargándole la mano a otros líderes regionales, la maniobra no cuajó. El veredicto de Malta fue una expulsión de facto, fundamentada en un expediente que acumula escándalos de corrupción y una falta de ética que ya no tiene cabida en la socialdemocracia moderna. El PRI se queda así sin su pasaporte diplomático, aislado y convertido en un paria para sus antiguos aliados progresistas.

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